La climatología llama “ríos atmosféricos” a las corrientes de vapor de agua que se trasladan con los vientos, como las nubes. Esos cursos de agua son predecibles; no solo debido a la topografía del terreno debajo, como en el caso de la cordillera de Los Andes, sino por otras variables, como la presión, la humedad y la temperatura de la atmósfera. De modo que podemos imaginar una cartografía fluvial del cielo análoga y conectada con la que conocemos de los mapas de Sudamérica con su red de ríos terrestres.
El trabajo que Paula Senderowicz exhibe en esta ocasión sintoniza con el atractivo de las imágenes técnicas de ese mundo científico, y con su jerga de resonancias poéticas. Y como la pintora preciosista que es, combina las imágenes satelitales de los movimientos atmosféricos con las convenciones del paisaje, el género que practica desde sus inicios. En la historia del arte, la noción de vista refiere al modo de encuadrar paisajes, por lo general más pintorescos que sublimes. Se suele usar la expresión “vistas a vuelo de pájaro” para aquellas realizadas con un punto de vista alto, casi cenital. Me gusta pensar que Paula ensaya unos paisajes desde el punto de vista móvil de la gota atmosférica.
Por su parte, para la climatología, las imágenes técnicas son instrumentos de caracterización y medición de fenómenos naturales, que se han visto afectados por la actividad humana. Se recolectan con satélites que orbitan la tierra, y se perillan con modelizaciones que permiten estudiar y predecir los acontecimientos atmosféricos. Algo de ese trabajo a escala, propio del modelo, informa las montañas de hielo coloreado, que Paula presenta miniaturizadas junto con sus moldes: dioramas para armar a escala doméstica, que detienen en formas cordilleranas (al menos por unas horas) al agua; ese mismo agua que alguna vez fue nube.
La inmensidad de la atmósfera y las montañas se nos presenta modulada en términos de vistas y modelos; dispositivos que organizan la visualidad y la belleza por medio de una serie de materiales traslúcidos, transparentes y opacos; de colores tintóreos o aplicados a superficies. Este despliegue de variables sensibles, tratadas con igual cuidado, compila varias de las líneas de trabajo que la artista viene explorando desde hace dos décadas, a la vez que se abre a nuevas series.

Isabel Plante